Descanso, dulce descanso
Apuró el paso al escuchar las doce campanadas, luego de cinco pasos se acostó en el cordón de la calle, cerró los ojos y empezó a soñar que continuaba caminando. Se alejó mucho en su sueño, y de hecho iba flotando sobre el suelo, es más, todos flotaban sobre el suelo, y se trasladaban de aquí para allá flotando, pero sus pies no se veían, solo se veía una nube blanca que cubría sus pies. Camino al aeropuerto, es decir, flotó hasta el aeropuerto y se subió a un mini avión de dos centímetros, él y los otros doscientos pasajeros. Con su traje negro, su corbata negra y su camisa blanca. Como eran las cinco de la mañana y estaba muy cansado, se acostó a dormir en el avión. Cuando despertó se encontró sentado frente a un cuadro con un pincel en la mano que dejaba chorear la pintura, sin duda se había quedado dormido cuando intento buscar inspiración sentado en la mecedora. Como no encontró inspiración volvió a cerrar los ojos y al despertar sintió el calor de la leña ardiendo junto a él, vio la mesa grande de madera delante y la luz del sol entrar por la ventana. Se levantó de la mecedora y se mareo. Se desmayó y cayó al suelo. Cuando despertó goteaba sangre su nariz que se había golpeado contra el suelo y le dolía la cabeza. Fue al médico a preguntarle que le sucedía, y en camino se desvaneció en una nube de humo de mi pensamiento, se recostó en el cordón de la vereda y apuré el paso al escuchar las doce campanadas, llegaba tarde al almuerzo con mi mama y tenía mucho sueño para seguir buscando en mi cabeza una historia para contar a literautas.